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González de la Calle: Mascotas

Os esperamos el sábado 4 de noviembre de 2017 a partir de las 12 h.


González de la Calle, Burrito, 2017. Acrílico sobre lienzo, 116x81 cm.



González de la Calle, Gala, 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.

Retratos de amor sin palabras
Los personajes del Museo de El Prado que recuerdo de mi primera visita cuando era un chiquillo, -cohibido y maravillado en sus inmensas salas de gris inefable que hacían más evidente mi infancia-, son dos perros: el can que en Las Meninas soporta las bromas del bufón Nicolás de Portosanto, (que a mi me pareció un pillastre delgadito y no un enano) y el perro semienterrado en la arena de Francisco de Goya, o de su nieto, y su mirada en esa nada neblinosa que me resultó aterradora.


González de la Calle, Lennon, 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.

En aquella visita de párvulo también me llamó vivamente la atención el gato blanco y gris que acecha los jirones de lana en Las Hilanderas. El gatito ensimismado, pura quietud, me pareció el contrapunto que aceleraba aún más la velocidad de la rueca, primer objeto de la Historia del Arte pintado en movimiento.


González de la Calle, Lola, 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.



González de la Calle, Menara y Buba, 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.


¿Por qué estos tres animalitos se instalaron tan poderosamente en mi memoria hasta borrar todas las demás maravillas pintadas? Quizá por el anhelo infantil, común a todos los niños, de tener una mascota; y sobre todo porque esos personajes animales representan rasgos del carácter humano con más fuerza visual que las efigies de dioses o reyes. La paciencia, que no mansedumbre, del perro de Las Meninas le concede un savoir-faire que supera con creces la de lacayos y cortesanos. El terror que siente el perro goyesco enfangado explica mejor los miedos de la infancia que los relatos más pavorosos de Poe o Lovecraft.


González de la Calle, Blanche , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.



González de la Calle, Jara y Sedal , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.


Con este recuerdo que les he contado quiero ilustrar una primera idea que me seduce de la presente exposición en la Galería Estampa: la representación pictórica de nuestras queridas mascotas resalta los rasgos humanos más que la pintura histórica o heroica, más que cualquier otro género pictórico. Un animal pintado adquiere la nobleza simbólica de los protagonistas de las fábulas, que -como en las de Esopo o Samaniego- traslucen los rasgos de nuestra alma en grado superlativo y evidente.


González de la Calle, Frank y Mía , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.



González de la Calle,Charlie , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.


La presente exposición es un hermoso juego de colaboración entre coleccionistas amantes de las artes y de los animales, (que facilitan fotografías de sus perros y gatos como egregios modelos para los pintores), y el artista González de la Calle, que con sus sabios pinceles representa en nuestros animales de compañía lo más noble de nosotros mismos, nuestra dignidad humana. Cervantes retrata los rasgos principales del alma de su Don Quijote mediante dos animales: “hidalgo de lanza en astillero, rocín flaco y galgo corredor”.El ingenioso hidalgo queda dibujado en nuestra memoria desde el primer párrafo mediante ese caballo venido a menos, pero que aún cabalga, y por ese perrito que le acompaña en el placer de sus días camperos.


González de la Calle, Duflón, 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.



González de la Calle, Chaplin , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.

En sus cuadros se adivina las virtudes personales de nuestros amigos coleccionistas del mismo modo que la vitalidad inagotable y la curiosidad eterna de Tintín se materializa en Milou, su encantador fox terrier de pelo blanco. El filosofó Emmanuel Kant decía que podía juzgar el carácter de un desconocido por su modo de tratar a su mascota. Por brutal contrario, un modo siniestro y despiadado que emplearon los nazis para intentar privar de dignidad humana a sus compatriotas judíos consistió en prohibirles legalmente poseer mascotas: supervivientes del holocausto recuerdan esa temprana perversidad hitleriana como un golpe irreparable que les continuó doliendo sobre todos los horrores que después tuvieron que soportar.


González de la Calle, Curro , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.



González de la Calle, , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.


Hasta que no alcanzamos la edad madura no sabemos valorar qué significa el tópico “animal de compañía”; y ahora vuelvo al museo del El Prado para admirar tres perros pintados: el podenco serenamente fiel del retrato del Cardenal infante Fernando de Austria y los dos del infante Baltasar Carlos de 1635: un galgo dorado nerviosamente vivaz y un perdiguero blanco y canela majestuosamente somnoliento. Cuando era niño, yo hubiera buscado en estos perros la actividad frenética que se adivina en otros tres perros del museo: los 3 galgos blancos a la carrera del fresco románico arrancado de la ermita de San Baudelio (Casillas de Berlanga). Pero con el peso de los años descubro que Velázquez en esos perros no ha pintado la caza, sino la compañía. Ha plasmado cómo nuestras mascotas nos libran de la soledad insondable.


González de la Calle, Juanito , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.



González de la Calle, Maximiliano , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.


Para el final he reservado la clave que el lector ya habrá adivinado en las palabras anteriores sobre esta hermosa exposición: los retratos que nos deleitan nos recuerdan mucho a los de Velázquez, la comparación con los del Prado que les propuse procede de la hermosura de las obras que vemos. González de la Calle es un pintor velazqueño en dos sentidos: Hipólito Taine creía que la tierra y la luz de la patria chica dan su peculiar carácter al arte; tal vez el viejo historiador del XIX tenga algo de razón y el sol de Andalucía sea el responsable de la maravilla del toque de pincel, de la capacidad de ambos artistas para deleitar a nuestros ojos, que se dejan engañar para disfrutar de la belleza, de la apariencia de realidad sobre la tela. La simpatía natural y la sencillez de genio son rasgos que también comparten los autorretratos del sevillano y la compañía del jerezano. González de la Calle es un pintor velazqueño: logra crear sobre la tela una apariencia que nuestra mirada confunde con la que provoca la luz sobre la realidad. Y aún más impresionante, consigue esa magia barroca, logra crear esas imágenes de una verosimilitud exacta y placentera con una facilidad que captamos como espectadores. Ante sus obras sentimos un placer que procede a partes iguales de ser engañados por nuestra vista –el placer del parecido del arte del que ya hablaba Aristóteles-, y de la admiración que nos provoca su facilidad para pintar de un modo primoroso, inalcanzable para la mayoría.


González de la Calle, Lupe , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.



González de la Calle, Arfe, 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.


Los retratos creados por González de la Calle de nuestros queridos animales son retratos de amor sin palabras. Anthony Wilden, un brillante etólogo afirma que “los animales están presos en un mundo de relaciones”. El científico propone que nuestras mascotas, -al carecer del don de la palabra-, tienen escasa capacidad para expresar contenidos objetivos, del tipo “2+2=4” o “Antananarivo es la capital de Madagascar”, pero, a cambio, poseen una elevadísima capacidad para comunicar sentimientos (de amor o entrega) y relaciones (de camaradería, protección o admiración).


González de la Calle, Zuri , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.



González de la Calle, Gatouche , 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.


En este sentido, los retratos de nuestros queridos animales son más veraces que los retratos de las personas amadas. Para recordar a un maestro que nos encaminó en nuestra mocedad el mejor túmulo es un aforismo que siempre nos repetía y que se ha hecho carne en la trayectoria que gracias a este profesor afortunado hemos seguido y nos ha convertido en personas de bien. Para hacer un monumento a un prócer que ha mejorado la vida de sus paisanos erigimos un epitafio que -con tipografía lapidaria- deja grabados en la piedra sus hazañas, sus divisas, sus pensamientos. Pero en el caso de nuestras mascotas no hay palabras, no hay frases hechas o arengas, solo hay presencia, compañía, calor y miradas. No nos curan el mal de amores con una estoica máxima de Cicerón, sino recostándose junto a nosotros, entre los pañuelos de papel y la tarrina de helado que enjuga nuestras lágrimas. No citan un discurso del barón de Coubertin para animarnos a dar un paseo, sino que nos traen la correa con la que tiran de nosotros por el parque con una sonrisa en sus ojos. No nos consuelan de nuestras derrotas con un párrafo cínico de Nietzsche, sino apoyando su hociquito en nuestro regazo. Por estas razones, es una pintura que supo plasmar su mirada y su viva expresión corporal lo que mejor mantiene junto a nosotros su recuerdo. Los cuadros de esta exposición son retratos de amor sin palabras, cariño entre mascota y persona hecho de compañía y miradas, de compartir vida y camino.
Luis Mayo


González de la Calle, Tristán, 2017. Acrílico sobre lienzo, 38x46 cm.



González de la Calle, Trufa, 2017. Acrílico sobre lienzo, 46x38 cm.